Challenger y la frontera de lo fantástico
El lanzamiento del Transbordador espacial
Challenger había sido retrasado en cinco ocasiones y se especulaba con un nuevo
aplazamiento del despegue. La plataforma había amanecido congelada y los
técnicos se apresuraban a retirar el hielo y comprobar que no había provocado
daños en la estructura. Finalmente, se anunció el despegue para las 11:38 de la
mañana.
Hielo en la plataforma del Challenger |
A partir de ese momento, todo
ocurre muy rápido. Los astronautas acceden al transbordador, las gradas del
Centro Espacial Kennedy se llenan con una multitud de familiares y amigos de
los elegidos. Los alumnos de Christa McAuliffe han venido desde Concord, New
Hampshire.
Desde aquí, desde el cómodo futuro nos deslizamos hacia la tragedia
como quien camina el tablón y se acerca al precipicio. El horror está ahí, tras
la máscara eufórica, en los errores de cálculo, en los rincones oscuros, bajo
tierra. Nadie cuenta con ello, esa es la verdad, pero ahí está. Y su existencia
da al traste con todo. La realidad cae hecha pedazos, el mundo que conocemos se
viene abajo y lo imposible abre la puerta y entra sin llamar, avasallando con
su incontestable presencia. ¿Qué ocurre después? Cuando aparece el monstruo al
apagar la luz o el reflejo en el espejo responde por cuenta propia; cuando las
amenazas del espacio exterior son reales y no ínfulas de escritores locos;
cuando las máquinas viajan al pasado en busca del origen del tiempo, de su
propio tiempo. ¿Qué ocurre cuando todo eso ocurre?
En el mismo momento en que el transbordador rompía velocidad del sonido para acercarse a su destino, muchas otras cosas pasaban en Miami. Historias que bordean la delgada línea de la realidad previsible, que estallan en pleno vuelo y desvelan que lo fantástico no es más que una necesidad matemática, una posibilidad estadística. Challenger es una novela que
especula con ese espacio en blanco en el mapa cotidiano, un fallo del sistema, una grieta por la que se cuelan las cosas que no deberían
estar ahí; pero están, todos los días, en todas partes.