Challenger. Premio Kelvin 505 a mejor novela nacional de Ciencia Ficción.
Pasó el Festival Celsius 232 y allí estuvimos. Lo mejor que se me ocurre para resumir el festival de literatura fantástica de moda en estos momentos es que: hay mucha gente guapa en el mundo, pero casi todos se dan cita en Avilés a finales de Julio. Así es.
El pasado sábado 24 de Julio hablé de mis novelas en Avilés. El auditorio abarrotado. Gente en pie en las entradas. Yo llegué tarde. Dos horas después recogí el premio a mejor novela nacional por Challenger. A mi lado se sentaban, Claire North y Joe Abercrombie. Sí, yo tampoco me lo creía.
El premio Kelvin 505 ha supuesto un reconocimiento al trabajo duro, a mi deseo por poner el panorama del género fantástico español patas arriba, de escribir libros que trasciendan su naturaleza y que perduren en la mente y el corazón de aquellos que los lean. Pero no sólo eso. El galardón era, de alguna manera, la representación alegórica de David contra Goliat, de un desbordante éxito de crítica frente a una distribución muy deficiente, del triunfo del boca a oreja, una ventana abierta en este fandom tan chiquitito en el que vivimos todos.
Así que recogí el premio y también fue un premio colectivo, algo que nos habíamos regalado porque amamos la literatura fantástica y de ciencia ficción y porque lo merecíamos, todos y todas. Yo, al menos, lo sentí así.
Mi agradecimiento para la organización del Festival Celsius 232, en especial para Cristina Macia, Diego García y Jorge Iván Argiz, combustible bruto de todo el meollo, y auténticos merecedores de un premio, año tras año, edición tras edición.
Y a todos vosotros, siempre.